Diccionario gastronómico

Lípidos

Nombre científico de las grasas compuestas por ácidos grasos y fuen­te importante de la energía proporcionada por la alimentación (1 g de lípidos aporta 9 kcal o 39 kJ). Un 95% de los lípidos presentes en el cuerpo, como los que proporcionan los alimentos, son trigli­céridos (combinación de una molécula de glicerol con tres ácidos grasos) y fosfolípidos. Nuestro cerebro contiene entre 50 y 70% de lípidos. Los lípidos alimentarios son o bien saturados (obtenidos de grasas animales, a excepción del pescado) o bien insaturados (extraídos de grasas de pescados o de vegetales, como el aguacate y las semillas oleaginosas). El consumo de los primeros debe limitarse, ya que su exceso puede ser responsable de enfermedades cardiovasculares; los segundos deben priorizarse, ya que tienen un efecto beneficioso para la inmunidad, la protección cardiovascular y contra el cáncer. Algunos lípidos aportan ácidos grasos esenciales, los omega-3 y omega-6.

Los lípidos aportados por la alimentación son o bien los cuerpos grasos añadidos utilizados en cocina o para aliñar, como el aceite, la mantequilla y la crema, o bien las grasas de constitución de los alimentos (embutidos, queso, chocolate, carnes grasas, frutas olea­ginosas, etc.). Éstas son grasas llamadas “ocultas”, ya que forman parte de los alimentos o son añadidas durante la elaboración de los productos, tanto industriales como artesanales (bizcochos, salchichas, etc.). Es aconsejable equilibrar los cuerpos grasos entre la mantequilla por un lado y el aceite y la margarina por el otro (para conseguir un buen equilibrio entre las grasas monoinsaturadas, poliinsaturadas y saturadas), moderar el consumo de alimentos que sean ricos en grasa en su constitución (escoger las partes menos grasas y quitar la grasa de la carne) y limitar las grasas añadidas. Es recomendable que la ración energética, proveniente de lípidos, se sitúe entre 30 y 35% de la ingesta diaria.

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